sábado, 27 de octubre de 2012

Midnigth in Paris o cómo regodearse en el pasado

       ¿Qué hacen pintores, escritores, toreros, fotógrafos y cineastas con Woody Allen en París? Puede parecer la fórmula para comenzar un chiste, pero hablo de una de las mejores películas de Woody Allen en sus últimos años: Midnight in Paris (2011). En ella, el director nos acerca a las distintas etapas de París desde la actualidad -con Carla Bruni haciendo de guía turístico- hasta los salones literarios del París del siglo XVIII. 
      Sin embargo, los años que quizá más entusiasmo pueden crear en el espectador son aquellos en los que los grandes genios contemporáneos se reúnen en las calles francesas, sin proponérselo pero por motivos muy semejantes:

         
            Ernest Hemingway, tras pasar una temporada en la Navarra que le enamoraría, acudió a Francia con motivo de la Segunda Guerra Mundial para luchar contra el nazismo. El escritor realizó en Europa varias de sus grandes obras como Fiesta -contextualizada en los Sanfermines de Pamplona- o Adiós a las armas -que comienza en la Italia de la Primera Guerra Mundial.



(El vídeo está en VOS)
   
    
   A quien nombra Hemingway en esta escena es -quizá menos conocido en la actualidad pero igualmente importante- Juan Belmonte, torero español que cambió y revolucionó las técnicas taurinas. Él, aun sin estudios, fue un gran conocedor del arte y se codeó con la Generación del 98 y la del 27 por lo que algunos de estos poetas, como Gerardo Diego, le dedicarían poesías alabando su estilo y firmeza.

   
  
      
        También es Hemingway quien lleva al protagonista de Midnigth in Paris a la casa de Pablo Picasso en la que se encuentra trabajando. Nuestro célebre pintor -cuya obra más conocida y reconocida es el Guernikasiempre vivió entre Barcelona y París, por lo que no es de extrañar que al marchar de España eligiese Francia como segundo hogar hasta que falleció.

(El vídeo está en italiano y en francés, 
no ha sido posible encontrarlo en castellano ni en VOS.)


      Woody Allen también nos sitúa en un café junto a Buñuel, Dalí y Man Ray.
       Luis Buñuel, tras su paso por la residencia de estudiantes de Madrid en la que entabló amistad con Federico García Lorca y Salvador Dalí,  salió de España hacia Francia antes de tener que exiliarse definitivamente. En París realizó sus primeras películas surrealistas (Un chien andalou, L'âge d'or...), tendencia que más tarde abandonaría. Allí residió hasta que, tras el asesinato de Lorca y el estallido de la Guerra Civil, decidió marchar lejos de Europa.



      Salvador Dalí, el máximo exponente del surrealismo pictórico español, es quizá el único que en vida no acude a Francia como refugiado político, sino por la amistad que tenía con Buñuel, con quien colaboró en la realización de las dos películas mencionadas. Sin embargo, la amistad entre ambos se vió totalmente truncada cuando Dalí -aun se desconoce si lo hizo por provocar, por ideología o por desconocimiento- apoyó y felicitó a Franco en su golpe de Estado. En la película aparece inmerso en un diálogo que muestra la excentricidad de su persona.   



       
        Estos dos artistas coinciden en París con el fotógrafo Man Ray, quien fundó e impulsó los movimientos surrealistas y dadaístas en sus Estados Unidos natales. Mediante la frase "La búsqueda de la libertad y el placer; eso ocupa todo mi arte" definió su manera de ver y moldear la realidad que no siempre fue comprendida y por la que provocó múltiples escándalos. 






     
          De esta manera, Woody Allen nos ofrece un recorrido por las calles y la historia parisina, reuniendo a los más grandes artistas en escenas y conversaciones de las que a más de uno nos gustaría ser partícipes. Sin duda, una gran película.

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