miércoles, 31 de octubre de 2012

Iggy Pop y Tom Waits en un café americano

         De la realidad a la ficción apenas hay un espacio milimétrico que se confunde entre las artes e incluso en nuestra vida cotidiana. Así, la película Coffee and cigarettes (2003) nos presenta una realidad ficcionalizada de la mano de diversos personajes como dos de las grandes figuras del rock -Iggy Pop y Tom Waits- que conversan, fuman y beben café.

    Iggy Pop ha sido considerado uno de los mayores innovadores del rock. Su extensa carrera ha recorrido grupos musicales como The Stooges y le ha llevado a trabajar en solitario en múltiples ocasiones. La forma de expresarse de este artista, así como su estética, ha inspirado a personajes cinematográficos como el andrógino que encarna el escocés Ewan McGregor en Velvet Goldmine (1998). Su presencia está patente igualmente en la admiración que siente el protagonista de Trainspotting (1996) -también representado por este actor- por su figura y su música.
         Por su parte, el menos mediático Tom Waits, quien siempre inspiró sus canciones rasgadas en escritores como Bukowski o algunos de la generación Beat como Jack Kerouac, coincide con Iggy Pop en haber colaborado a revolucionar el rock. Además, al igual que él ha actuado en diversas películas como la que presentamos aquí. Tom Waits ha publicado álbumes como Closing Time, que supuso su debut en 1973, o Bad as me, su última publicación en 2011. Tom Waits ha protagonizado disputas en los últimos años como cuando sugirió a Michael Jackson que, para terminar de venderse, quizá debería firmar un contrato con Pepsi y dejar de hacer música.
         De esta manera Coffee and cigarettes nos trae a dos grandes revolucionarios de la música inmersos en una conversación de café. Sin duda, el corto que ambos protagonizan es uno de los mejores que se pueden ver en este film tan variado. Además del encanto que supone asistir como espectador a situaciones como esta, la película nos presenta constantes dualidades e incluso su título nos puede llevar a confundirlo con dos canciones (Coffee and TV y Cigarettes and alcohol) de dos grandes -e históricamente enfrentadas- bandas británicas: Blur y Oasis.

      A continuación, el comentado y recomendado fragmento de esta película en versión original:


domingo, 28 de octubre de 2012

"Lars Von Trier, ¿qué será lo próximo?"

        Con la explosión de las gafas de pasta y las camisas de cuadros algunos creyeron que los denominados "modernos" se parecerían a los mods de los años 60 en cuanto a sus conocimientos musicales, cinematográficos y filosóficos. Quizá no pensaron que en el mundo de la globalización actual las modas se asientan en la sociedad durante un breve espacio de tiempo y poco -o nada- influyen sobre los gustos artísticos. Y, efectivamente, esta moda ya empieza a extinguirse tras un año o dos de vivencia entre nosotros y siguen siendo pocos los que conocen a grupos como Los Ramones (pese a haber llevado sus camisetas) o a directores como Lars Von Trier.
        En relación a lo expuesto, la fantástica Moderna de pueblo nos ofrece esta viñeta del fenómeno del "moderneo".

             

         No obstante, los referentes y/o gustos artísticos -sean "modernos" o no- no varían como las modas. Y los creadores de Muchachada Nui (antes La Hora Chanante y reconvertidos después en la serie Museo Coconut) siempre han sido conscientes de ello.
         A raíz de lo anteriormente expuesto encontramos el celébriti de Lars Von Trier. El director danés, uno de los creadores del cine Dogma, es de los que más fascinación y rechazo crea entre los espectadores, no sé si a partes iguales. Así, Joaquín Reyes interpreta al autor de obras maestras como The idiots o Dogville (podéis verlas clikando sobre los enlaces) utilizando su famosa "cámara en mano" o las directrices del nombrado "manifiesto dogma". 
        El hecho de mezclar a un director tan inusitado con el humor más absurdo y surrealista solo puede dar lugar a la genialidad, incomprensible para muchos e imprescindible para otros tantos.
        Que lo disfruten.


sábado, 27 de octubre de 2012

Midnigth in Paris o cómo regodearse en el pasado

       ¿Qué hacen pintores, escritores, toreros, fotógrafos y cineastas con Woody Allen en París? Puede parecer la fórmula para comenzar un chiste, pero hablo de una de las mejores películas de Woody Allen en sus últimos años: Midnight in Paris (2011). En ella, el director nos acerca a las distintas etapas de París desde la actualidad -con Carla Bruni haciendo de guía turístico- hasta los salones literarios del París del siglo XVIII. 
      Sin embargo, los años que quizá más entusiasmo pueden crear en el espectador son aquellos en los que los grandes genios contemporáneos se reúnen en las calles francesas, sin proponérselo pero por motivos muy semejantes:

         
            Ernest Hemingway, tras pasar una temporada en la Navarra que le enamoraría, acudió a Francia con motivo de la Segunda Guerra Mundial para luchar contra el nazismo. El escritor realizó en Europa varias de sus grandes obras como Fiesta -contextualizada en los Sanfermines de Pamplona- o Adiós a las armas -que comienza en la Italia de la Primera Guerra Mundial.



(El vídeo está en VOS)
   
    
   A quien nombra Hemingway en esta escena es -quizá menos conocido en la actualidad pero igualmente importante- Juan Belmonte, torero español que cambió y revolucionó las técnicas taurinas. Él, aun sin estudios, fue un gran conocedor del arte y se codeó con la Generación del 98 y la del 27 por lo que algunos de estos poetas, como Gerardo Diego, le dedicarían poesías alabando su estilo y firmeza.

   
  
      
        También es Hemingway quien lleva al protagonista de Midnigth in Paris a la casa de Pablo Picasso en la que se encuentra trabajando. Nuestro célebre pintor -cuya obra más conocida y reconocida es el Guernikasiempre vivió entre Barcelona y París, por lo que no es de extrañar que al marchar de España eligiese Francia como segundo hogar hasta que falleció.

(El vídeo está en italiano y en francés, 
no ha sido posible encontrarlo en castellano ni en VOS.)


      Woody Allen también nos sitúa en un café junto a Buñuel, Dalí y Man Ray.
       Luis Buñuel, tras su paso por la residencia de estudiantes de Madrid en la que entabló amistad con Federico García Lorca y Salvador Dalí,  salió de España hacia Francia antes de tener que exiliarse definitivamente. En París realizó sus primeras películas surrealistas (Un chien andalou, L'âge d'or...), tendencia que más tarde abandonaría. Allí residió hasta que, tras el asesinato de Lorca y el estallido de la Guerra Civil, decidió marchar lejos de Europa.



      Salvador Dalí, el máximo exponente del surrealismo pictórico español, es quizá el único que en vida no acude a Francia como refugiado político, sino por la amistad que tenía con Buñuel, con quien colaboró en la realización de las dos películas mencionadas. Sin embargo, la amistad entre ambos se vió totalmente truncada cuando Dalí -aun se desconoce si lo hizo por provocar, por ideología o por desconocimiento- apoyó y felicitó a Franco en su golpe de Estado. En la película aparece inmerso en un diálogo que muestra la excentricidad de su persona.   



       
        Estos dos artistas coinciden en París con el fotógrafo Man Ray, quien fundó e impulsó los movimientos surrealistas y dadaístas en sus Estados Unidos natales. Mediante la frase "La búsqueda de la libertad y el placer; eso ocupa todo mi arte" definió su manera de ver y moldear la realidad que no siempre fue comprendida y por la que provocó múltiples escándalos. 






     
          De esta manera, Woody Allen nos ofrece un recorrido por las calles y la historia parisina, reuniendo a los más grandes artistas en escenas y conversaciones de las que a más de uno nos gustaría ser partícipes. Sin duda, una gran película.

jueves, 25 de octubre de 2012

Ulises y la división del mundo

          En la entrada inmediatamente anterior exponía la importancia de Ulises de James Joyce para la literatura desde su aparición en 1922 y la vuelta de tuerca que supuso para esta. Entre otras muchas cosas, lo que ha demostrado la relevancia de esta obra es su vigencia en el siglo XXI. Por eso, como pequeña muestra de ello, os dejo con un extracto del "dilema" que nos presenta la serie catalana Plats Bruts en el capítulo "Tinc poder": 

"El món es divideix  entre els que han llegit l'Ulises i els que no" 
(el mundo se divide entre los que han leído el Ulises y los que no).
   



Joyce, el emblemático dublinés

     Convertir a James Joyce en personaje de cómic es, quizá, uno de los retos más interesantes de los últimos años. Sobre todo, cuando el autor, Alfonso Zapico, reconoce que la obra "suena a Ulises, suena a Joyce".
        El Ulises de Joyce es una obra redonda que supuso un golpe de efecto para el arte. En la literatura, así como en la concepción del arte en general, nada pudo ser igual después de la atrevida publicación de esta novela. Y digo atrevida porque Ulises difícilmente pudo ser, ni puede serlo, uno de esos best seller que inundan nuestras tiendas. La estructura que planteó el autor, así como la sensación de que en ocasiones se ríe del lector, ha hecho de él un libro de culto y uno de los más criticados y menos comprendidos desde el siglo XX. Asimismo, se ha convertido en el gran reto de los traductores de todas las lenguas, pues la cantidad de dialectos -algunos de ellos extinguidos- que emplea, así como la estructuración de las oraciones ha llevado a que en castellano contemos únicamente con dos o tres ediciones.

        En Dublinés, el cómic que nos propone Alfonso Zapico y por el que recientemente ha sido galardonado con el Premio Nacional del Cómic 2012, el autor nos presenta un proceso de investigación que él mismo realizó tras los pasos de Joyce, lo que "le llevó de peregrinación a Dublín, Trieste, París y Zúrich, las cuatro ciudades más importantes en la vida del escritor". De esta manera Zapico establece una conexión entre la figura del emblemático Joyce con Proust, Hemingway, Le Corbusier y Virginia Woolf.

Podéis ver algunas imágenes de Dublinés en este enlace.

sábado, 20 de octubre de 2012

Rizomas

"En la teoría filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica —con una base o raíz dando origen a múltiples ramas, de acuerdo al conocido modelo del árbol de Porfirio—, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro"
En el siglo de la globalización las artes han entrado en su máximo estado de interconexión. Desde las vanguardias se han roto los frascos que contenían cada una de esas artes y los vertidos se han mezclado dejándonos un legado de tremendas posibilidades creativas.  La música, por ejemplo, influye sobre todas las demás expresiones artísticas recibiendo de estas una influencia recíproca. No podemos comprender el arte como un ente externo y apartado del mundo, sino como una red de células conectadas que se envían señales unas a otras sin que haya una central. Todas son igualmente importantes porque todas beben de las demás.
En este blog se pretenden dar ejemplos de esa realidad rizomática que viven las artes contemporáneas.